La Señora

La Señora


2017 - 2018

Fotografía


Durante el año que viví en Santiago de Chile, sufrí un enclaustramiento casi obligado en el apartamento alquilado donde nos instalamos mi marido, nuestro bebé y yo. Mi marido trabajaba prácticamente todo el día y yo cuidaba de nuestro hijo, que enfermaba con frecuencia y nos obligaba a recluirnos en un espacio de menos de 50 metros cuadrados.


Apenas salía ni tenía oportunidad de conocer a otras personas. Como distracción observaba, en los bloques de pisos frente a nuestra vivienda, la vida de otros a través de sus ventanas. Al fondo de estas escenas, el muro de los Andes.


Desde mi epicentro, me dediqué a retratar cual voyeur, con la cámara de fotos y con el teléfono móvil, fragmentos de la vida de estos extraños. Entre ellos, los de una mujer a la que llamé la Señora. En mi imaginación, ella sufría terribles dolores que la postraban en la cama de su dormitorio. Un día, de repente, mejoró y se mudó a vivir al campo.


Esos paseos visuales me permitían inventar historias y escapar momentáneamente de las rutinarias tareas del hogar y de la crianza. Mis nuevos amigos me hacían sentir un poco más acompañada.


Al otro lado del Atlántico y de la pantalla del teléfono móvil estaban el resto de la familia y los amigos. Las conversaciones diarias con ellos quedaban recogidas en miles de capturas de pantalla. En ellas, todo era alegría.


Pongo en diálogo todas estas fotografías, aparentemente inconexas, con la intención de revelar aquélla incomunicación no comunicada, inaparente, desapercibida, escondida o reprimida que sentí en aquél preciso lugar e instante de mi vida.